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Interoperabilidad en edificios inteligentes: una cuestión de armonía
Agosto 2024
El experto
« El concepto de edificio inteligente implica la integración de soluciones activas y pasivas de gestión de la energía, destinadas a optimizar el consumo energético y fomentar el confort y la seguridad de los usuarios de los edificios, cumpliendo al mismo tiempo la normativa vigente. (DRIEE). Es un concepto que abarca varias dimensiones, todas ellas encaminadas a mejorar la satisfacción y el rendimiento de los ocupantes.
Sin embargo, para que estos sistemas puedan funcionar eficazmente y aportar valor, la interoperabilidad es esencial. Permite que sistemas heterogéneos trabajen juntos, evitando los silos tecnológicos y de información. Es lo que llamamos armonía, en su sentido original de harmózô, que significa unir, hacer coincidir, adaptar, encajar.
Interoperabilidad: conseguir que los distintos sistemas de edificios inteligentes funcionen juntos
Un edificio inteligente se compone de varios sistemas, como los dedicados a la gestión de la energía, los dispositivos de seguridad, los sensores ambientales y las soluciones de gestión de activos. El simple hecho es que estos sistemas no se comunican entre sí, porque están instalados y se gestionan independientemente unos de otros. Esto plantea un problema, ya que la capacidad de garantizar que estos sistemas interactúen de forma fluida y coherente es un factor clave del rendimiento de los inmuebles de oficinas. Por rendimiento, entendemos la capacidad de este tipo de activos para optimizar los costes de funcionamiento y, al mismo tiempo, satisfacer el confort de los ocupantes. Esta es la ecuación que abordan los edificios inteligentes gracias a su capacidad de aprender, reaccionar y predecir.
La interoperabilidad significa sacar a los distintos sistemas de las manos de los demás. En muchos edificios tradicionales, la falta de diálogo entre los sistemas limita la eficacia global del edificio, ya que la información que gestiona cada sistema no se compara con la de los demás. En cambio, en un edificio inteligente interoperable, estos sistemas están integrados, lo que permite una gestión centralizada y coordinada. Por ejemplo, los datos de los sensores de presencia pueden utilizarse para ajustar automáticamente la iluminación y la temperatura, mejorando el confort de los ocupantes y al mismo tiempo reduciendo el consumo de energía.
Sin embargo, el cruce de información que pretende la interoperabilidad no debe lograrse a expensas de la seguridad. Cuanta más información se capte, mayor será la ciberamenaza. La ciberseguridad de los datos es una cuestión crucial para los edificios inteligentes. Los intercambios de datos entre sistemas aumentan potencialmente los puntos de vulnerabilidad. Por ello, es imperativo implantar protocolos de seguridad sólidos para proteger los datos sensibles. Esto incluye la encriptación de las comunicaciones, la autenticación fuerte de los dispositivos y la supervisión continua de los sistemas para detectar y neutralizar cualquier amenaza en tiempo real.
El objetivo de la interoperabilidad en los edificios inteligentes es, por tanto, armonizar los sistemas.
La interoperabilidad crea valor para todos los stakeholders
La interoperabilidad en los edificios inteligentes crea valor no sólo para el sector inmobiliario, sino también para las organizaciones y los ocupantes. El valor de un activo sigue siendo naturalmente la base de cualquier cuestión inmobiliaria. En un mercado competitivo, cualquier fuente de mejora del activo se considera una inversión estratégica. Un edificio inteligente aumenta su valor y atractivo en el mercado. Propietarios e inversores consideran ahora que una prima adicional dedicada a este tipo de edificio es relevante en el sentido de que ofrece una gestión eficiente y unos costes de funcionamiento reducidos. La energía es una cuestión clave, especialmente en un contexto de costes crecientes. Cuando los sistemas funcionan juntos, la oferta generada por el edificio satisface en tiempo real la demanda generada por el uso y la ocupación. El ajuste de la oferta y la demanda se traduce en un importante ahorro económico y una reducción de la huella de carbono. En esta situación, los inmuebles comerciales entran en un círculo virtuoso a nivel del propio activo, pero también a nivel del tejido urbano, del que cada activo forma parte.
En cuanto a los ocupantes, el valor se basa en el confort y el uso. El confort es la primera expectativa de los ocupantes de un edificio. Hablamos sobre todo de confort físico, es decir, de la posibilidad de disfrutar de unas condiciones ambientales satisfactorias, estables y agradables, pero sobre todo de unas condiciones que puedan ajustarse automáticamente en función de las preferencias de los ocupantes y de las condiciones ambientales externas. También se tiene en cuenta el confort funcional, sobre todo en términos de experiencia del usuario. Al permitir a los ocupantes anticipar su llegada, su presencia y sus necesidades espaciales, se mejora el confort funcional, con la posibilidad de acudir a la oficina para realizar un buen trabajo. En el contexto del trabajo híbrido, esta dimensión es una de las respuestas al valor añadido de la presencia in situ. Por último, hablamos también de confort psicológico, ya que numerosos estudios reconocen que el control del entorno de trabajo es una fuente de satisfacción y de percepción de buen rendimiento. Con un edificio inteligente interoperable, los usuarios tienen un mayor control sobre las condiciones en las que ocupan el edificio. La capitalización de los datos de uso, posible gracias a la interoperabilidad de los sistemas, es por tanto un recurso valioso para el funcionamiento predictivo del edificio. Esta armonización de los sistemas crea valor para todos, desde el propietario hasta el usuario final.
La interoperabilidad es, por tanto, el pilar central que permite a un edificio inteligente desarrollar todo su potencial. Está orquestada por una plataforma de convergencia denominada BOS (Building Operating System), que garantiza una comunicación fluida entre los distintos sistemas del edificio y desempeña las funciones de supervisión, automatización y optimización esenciales para el rendimiento de un edificio. El diálogo entre los distintos sistemas, que define la interoperabilidad, es una cuestión de armonía para todas las partes implicadas. Equilibrarlo todo es bueno. Ponerlo todo en armonía es mejor», decía Victor Hugo…
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Fecha de publicación Agosto 2024